el hombre como el sujeto de deseo

el hombre como el sujeto de deseo

Dentro de las estructuras éticas y ontológicas del ser del hombre se encuentra principalmente el deseo, elemento constitutivo que nos hace seres humanos. Pero éste adquiere diferentes significados según las distintas perspectivas teóricas desde las cuales se le aborda. Etimológicamente, el término deriva del latín desidium, que significa deseo erótico. En el idioma español, deseo viene de desidia (indolencia y pereza).
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Para Juliana González, se trata de un deseo radical, no de cualquier deseo, sino de aquél gracias al cual hombre expresa su anhelado deseo de ser, es decir, deseo originario de realización de la propia condición humana, que consiste en la búsqueda de desarrollo de las potencialidades del ser humano. Esta misma concepción ética sobre el deseo ha sido desarrollada por Fernando Savater, para quien, en el origen de la acción humana está siempre mediando el deseo humano de querer ser más, humanamente hablando, es decir, deseo de autotrascendencia, como condición humana irrenunciable. Por ello este autor concluye que: “El hombre activo es el hombre que quiere, que desea: el sujeto que afirma la acción como principio es fundamentalmente deseante”.

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